Aquel día Gabriel García Márquez vestía de traje y corbata. Algo inusual para un hombre que en 1982 recibió el premio Nobel de Literatura vestido de Liqui Liqui, un tradicional traje de lujo de los llanos de Venezuela, pero oriundo de culturas orientales. Era 21 de julio de 1994. En un hecho que, más de 20 años despues, casi nadie recuerda, la llamada Misión de Sabios entregaba al entonces presidente de Colombia César Gaviria el informe de un exhaustivo estudio que realizaron 10 de las mentes más brillantes del país. Estaban, además de Gabo, Rodolfo Llinás, Manuel Elkin Patarroyo y Ángela Restrepo, entre otros.
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