A la motocicleta en Colombia le sucede como a los estudiantes en extra-edad en nuestro sistema educativo, que quieren pasar desapercibidos en el salón de clase, pero su tamaño, madurez y grado de desarrollo lo impiden. Algunos compañeros de salón (como puede suceder con uno que otro taxi, camión y vehículo particular), buscan hacerles bullying y son las motos, muchas veces, el patito feo de la movilidad en las ciudades.
La reciente celebración de abril como el mes del motociclista en Bogotá reafirmó la vocación de la motocicleta como un “medio de transporte urbano de fácil asequibilidad para toda la población”. Esta fue una de las principales conclusiones de la Tesis de Maestría en Ingeniería Transporte de la Universidad Nacional del Ingeniero Pedro Javier Velandia, motociclista consumado también, quien desarrolló en 2014 unos criterios metodológicos para involucrar el factor moto en los estudios de tránsito en Bogotá.
La investigación alrededor de la motocicleta no es poca. El profesor Carlos Felipe Pardo, de la Fundación Despacio (Despacio.org) realizó recientemente una, alrededor de la motocicleta en América Latina, con suficientes entrevistas a motociclistas para conocer cualitativamente los perfiles de los usuarios de moto, por una parte, y por otra acercarse a la caracterización del fenómeno de la moto en el continente.
La motocicleta también es motivo de interés e investigación por parte de la academia.
Universidades como la Javeriana de Bogotá a través de su facultad de Psicología desarrolla estudios de género y su incidencia en el comportamiento de los moteros en ciudades como Valledupar, por ejemplo. En otras como La Salle en Bogotá y la Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC) en Tunja, también se hace investigación sobre la motocicleta, al igual que la hacen organizaciones internacionales en Colombia como el Instituto de Recursos Mundiales (WRI por sus siglas en inglés) y la Universidad Johns Hopkins, quienes contribuyen a través de la Fundación Bloomberg Philanthropies con el mejoramiento de la seguridad vial en Bogotá.
Por su parte, la Cámara Colombiana de la Industria Automotriz de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), reporta en su reciente estudio de sector “Las motocicletas en Colombia, aliadas del desarrollo del país” (2017), un crecimiento en la producción de motos que va desde las 53.490 unidades en el año 2000 hasta las 533.508 unidades en el año 2016.
Esta producción de motocicletas en Colombia, de acuerdo con cálculos de la ANDI, genera cerca de 29.000 empleos directos en el sector, incluidos los proveedores, y más de 2 millones de empleos al utilizarlas como instrumento de trabajo para domiciliarios, repartidores y mensajeros.
La composición del parque automotor de Colombia para 2016, de acuerdo con la misma fuente, que toma datos del Registro Único Nacional de Tránsito (RUNT), muestra cómo la moto supera a los vehículos livianos en número y porcentaje, representando estos el 38,4% (4,9 millones de carros) del parque automotor y las motos el 56,2% (7,2 millones de motocicletas).
En 1997 había una moto en Colombia por cada 175 habitantes. En 2016 esta proporción pasó a ser de una moto por cada 7 habitantes.
En Colombia hay todo un movimiento alrededor de la motocicleta que va desde el culto a este vehículo que hacen los clubes de moteros y la investigación de la academia, hasta su uso como vehículo utilitario por parte de empresas de los sectores de alimentos, vigilancia y mensajería, entre otras, y el personal adscrito a ellas.
Continuar ignorando a la motocicleta como un vehículo de transporte en las ciudades es intentar tapar el sol con un dedo. Están en deuda el gobierno nacional y los municipios de Colombia con el desarrollo de políticas específicas alrededor de la moto. Tal como las hay alrededor de los vehículos particulares y comienza a haberlas en torno a las bicicletas.
Bogotá ya comenzó con un Plan de Seguridad Vial para Motociclistas, uno de cuyos principales logros fue evitar las muertes de motociclistas en el tránsito durante catorce días consecutivos en este mes de abril, en el marco de la política Visión Cero de seguridad vial. Con ello se demostró que sí es posible que una ciudad de 8 millones de habitantes pueda tener cero víctimas fatales en sus vías.
El esfuerzo para incluir a la motocicleta en los procesos de movilidad en las ciudades pasa por la percepción que de ella tienen los demás actores viales. Hay que redundar en tolerancia, cuidado y protección a los motociclistas y desde estos a los actores más vulnerables como los peatones. ¿Será la motocicleta el ícono de la movilidad en el siglo XXI, como lo fue el automóvil en el siglo XX o el ferrocarril en el siglo XIX? ¿Podrá competir con la bicicleta, el transporte público y los vehículos en préstamo como medio de transporte sostenible?
Las respuestas dependen de qué tan fuerte se siga haciendo el movimiento de la motocicleta en nuestros países y qué tanto estén dispuestos todos a la convivencia, en el salón de clase, con este nuevo estudiante en extra-edad que supera todas las expectativas y al que hay que ayudar.
There are 5 Comments
En muy pocas ocasiones se
Mientras exista el mal
Excelente articulo, evidencia
Interesante opinión. Muy
El ladrón roba a pie,
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