No importa la pandemia, no preocupa el desempleo, ni el hambre, ni la inseguridad, ni la muerte, ellos, los despilfarradores, están por encima del pueblo miserable, se creen los dueños del país, de sus regiones, y consiguen esta imagen de poderosos gracias al auxilio de algunos comunicadores, de bolsillo o de oficio sensacionalista. Siguen vivitos a través de los medios y de paso en la mente de millones de electores, entre cómplices y pendejos.
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