Ningún agüero, ningún ensalmo, ningún encantamiento pudo ayer hacer valer las muchas fuerzas negativas que se le atribuyen al número 13. El número que Yerry Mina llevó en su camiseta se desencantó con el gol que paralizó a once leones de Teranga, embravecidos, en acecho, que emplumados, en las tribunas, como en sus mejores rituales dejaban escuchar el tan tan tan de las tamboras ancestrales que pretendían hipnotizar, adormecer a nuestros patriotas.
Leer más...