Con la irrupción del coronavirus en la vida cotidiana de las personas, se plantean nuevos retos para las sociedades humanas y también para los sistemas masivos de transporte. Prevenir el contagio es la premisa. Para ello las ciudades han tomado una serie de medidas que van desde recomendaciones en salud como el lavado de manos hasta restringir la demanda normal de transporte público amparadas en herramientas como el teletrabajo y la flexibilización de los horarios de entrada y salida de los trabajadores. Los efectos de estas medidas en el largo plazo están por evaluarse, especialmente en el ámbito de la planificación del transporte y también en la reducción de muertes por enfermedades infecciosas.
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