En tiempos de cuidado y autocuidado, cuando el planeta entero y sus habitantes requerimos, necesitamos, clamamos y pedimos nuevos hábitos de vida, de interacción, de transporte y de movilidad, vale la pena preguntarle a usted, amable lector o lectora ¿cuál es su aporte a la nueva realidad?
Porque lo peor sería volver, regresar, retroceder, devolverse, involucionar al tiempo previo a la pandemia, con calidad del aire rebajada, congestión vehicular en calles y avenidas, siniestros viales por doquier, infracciones a las normas de tránsito, velocidades excesivas, experiencias de viaje deficientes.
Su aporte es fundamental en esta nueva movilidad, cuando uno esperaría que construyéramos un transporte sostenible, que cuide el planeta, que sea económico y más ecológico, que permita incrementar los viajes a pie, en bicicleta y en medios alternativos, incluyendo el transporte público con las ocupaciones máximas ordenadas por los gobiernos y con las necesarias medidas de bioseguridad practicadas por todos.
Para la movilidad motorizada uno esperaría viajes en taxi, en buses de servicio público en horarios diferentes y distribuidos a lo largo del día para evitar aglomeraciones innecesarias en los llamados horarios pico, la implementación de viajes comunitarios en vehículos de transporte especial rentados por empresas y organizaciones que deben desplazar a sus colaboradores a sus lugares de trabajo quitándole cargas al transporte público y a los viajes en vehículo particular.
Es mejor un bus con 20 empleados que 10, 15 o 20 vehículos particulares en las calles o a que haya que dejarle esa ocupación al transporte público. Mejor un programa de movilidad sostenible en la organización con bicicletas de pedal o eléctricas que vayan en caravana al trabajo, que cargarles a las ciudades los costos de los viajes en vehículo particular.
Seguir las buenas prácticas de bioseguridad también es fundamental para que las ciudades continúen en el descenso del pico de la pandemia y no regresen a los cientos de muertos diarios por Covid-19.
El uso del tapabocas cubriendo nariz, boca y mentón, el distanciamiento social, el lavado de manos al menos cada tres horas y previo y posterior al uso de medios de transporte, restringir los diálogos presenciales y por teléfono en los vehículos de transporte público, guardar la distancia en los viajes en bicicleta y usar las señales de tránsito también hacen parte de las prácticas deseadas en la nueva movilidad.
Que ciclistas y motociclistas porten bien puestos los elementos de protección personal como cascos, prendas reflectivas, luces y demás, es parte del desafío. Así como la limpieza y desinfección de los vehículos de uso personal como las bicis, las motos y las patinetas.
Da dolor ver cómo en las redes sociales la gente vuelve a quejarse de la congestión vehicular, de que se abren nuevos espacios a las bicicletas en las ciudades.
Hay personas que quisieran que el mundo fuera igual que antes de la pandemia cuando consumíamos el equivalente a 1,4 planetas tierra al año, que contaminábamos las ciudades con smog a niveles insospechados, que congestionábamos con los vehículos particulares las calles y avenidas, que se moría la gente en siniestros viales.
Cada vehículo particular contribuye con la congestión y quien se queja por esta es quien conduce en el trancón, taco, saturación u ocupación completa de los niveles de servicio de las vías.
La nueva movilidad espera que los ciudadanos planeen sus viajes, cambien sus hábitos de vida y sus rutinas cotidianas para que la pandemia no nos mate ni afecte nuestra salud, pero además que sirva de lección aprendida de que el planeta necesitaba un Pare, un momento para volver a respirar y para que reflexionemos sobre nuestra acción en él.
La nueva realidad requiere que hagamos un nuevo acuerdo social, un nuevo pacto donde prime la vida o el cuidado a esta en sus diferentes manifestaciones. Donde el homicidio doloso u culposo o quitarle la vida a otra persona de forma intencional o no intencional sea una actividad proscrita, donde matarnos mutuamente con la saliva que dejamos en el aire sea cosa de ayer.
Su aporte, querido lector y lectora, en esta tarea es fundamental. Y el de su familia también.
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Excelente. La realidad
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