Sobre eso trata la supervivencia y la preservación de la vida. Del cuidarnos los unos a los otros.
Como gran parte de los pobladores del planeta hacen hoy y como gran parte de los gobiernos nacionales y locales buscan hacer.
Creo que es parte de nuestra naturaleza. Desde cuidar y cultivar las plantas hasta el cuidado a los animales de compañía y también de las personas. Gracias a los cuidados en etapas tempranas, desde que estamos en el vientre materno, hasta la edad actual, existimos.
Sin los cuidados primigenios de la familia, comenzando por las madres y soportados en los vínculos afectivos y la capacidad de proteger, alimentar y amar, sería muy difícil la vida y su manutención. El rol de la sociedad es primordial también en el cuidado de la gente.
Las personas tenemos la capacidad de cuidarnos los unos a los otros y esta va creciendo a medida que transcurre la vida y desarrollamos empatía con los demás seres vivientes. Desde una planta y un animal hasta otras personas.
Este cuidar la vida puede ser permanente, si depende de una relación estrecha como en las familias, o esporádico, cuando hacemos bien por los demás y no perjudicamos su salud física o mental o su propia vida.
En lo filosófico no debería haber riesgos en las relaciones sociales; sin embargo, la práctica nos dice lo contrario. Las interacciones humanas son complejas y también muchas veces dependen de formas de crianza, valores éticos, estéticos y morales.
Construir una estética de las relaciones sociales en estos tiempos de pandemia por el coronavirus COVID-19, por ejemplo, sería llevar a la práctica principios como la solidaridad y el cuidado propio y de los demás.
No es compatible con esta ni con una ética social del cuidado, el asesinato. Si el cuidado hacia el otro es una premisa de supervivencia, no cabe en la cabeza que amparados en diferencias políticas o de cualquier índole, algunos líderes sociales sean asesinados en Colombia. Ni los niños y las niñas. Tampoco que las mujeres sean víctimas de violencia. Ni que anualmente mueran en el planeta 1 millón 350 mil personas en siniestros viales, es decir, más de cien mil personas cada mes.
El asesinato, las violencias contra las mujeres y los niños y los siniestros viales son prevenibles. El mundo perfectamente podía ahorrar 1 millón 350 mil muertes anuales con una ética del cuidado. Colombia podría ahorrar más de 70 mil lesiones anuales por violencia física contra mujeres y niños con una estética del cuidado.
Si el planeta fuera más equitativo y menos desigual, podría ahorrarse decenas de miles de muertes por un virus nuevo que aún no tiene cura. Solo con buenas prácticas de gobiernos y ciudadanos. Con buenas políticas públicas en salud, oportunas y bien comunicadas.
Los estilos de vida saludables, una mejor calidad del aire, alimentos, techo y agua potable y accesible para todos ayudarían mucho. Cero corrupción, buena distribución de la riqueza, educación con calidad para todos los ciudadanos y un aparato productivo flexible y fácilmente adaptativo a situaciones como las que vive el mundo hoy, son deseables.
Cuidarnos los unos a los otros lo significa todo. Especialmente ahora. Especialmente siempre.
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