Es domingo al mediodía. En algunos lugares llueve, en otros hace sol y en algunos más ni llueve ni hace sol. Ni frío ni calor. El domingo al mediodía está marcado por un estado mental de la gente. Muchos apenas están iniciando el día, apenas desayunando luego de una largo tiempo de sueño y de descanso. Algunos han iniciado la jornada muy temprano, especialmente en las zonas rurales, o madrugando como lo hacen los conductores de vehículos de carga o de transporte público.
Hay domingos al mediodía que son alegres, llenos de color y algarabía. Para quienes trabajan, representan momentos de tranquilidad, de sosiego en medio de las jornadas laborales. Para los padres y madres de familia con hijos pequeños son momentos de compartir, tal vez de jugar o almorzar juntos. El alimento preparado en familia o un almuerzo especial son agradables, especialmente si hay camaradería, sin gritos ni golpes. Con comprensión y amor.
Una sonrisa, una palabra, una mirada benévola cambian el clima del domingo al mediodía. En condiciones de precariedad económica, el domingo al mediodía es la oportunidad para hacer un alto en el camino. Para solucionar las afugias, por una parte, y proyectar cambios, por otra. Para evidenciar la solidaridad. Para acrecentar la fe en lo que no vemos pero existe y también la esperanza en un mañana mejor. Acudir a las redes de apoyo psicosocial (familiares, amigos, conocidos), hace sentir que no se está solo y que alguien comparte nuestra realidad.
Hay personas que el domingo al mediodía están tristes y nostálgicas. Otras eufóricas y con muchas ganas de hacer cosas. Las etapas del ciclo vital establecen también formas de vivir y sentir, de estar en el mundo, de percibirlo y de acomodarse, por una parte, o transformarlo, por otra. Y el domingo al mediodía es una manera especial y única de existir. Una que solo se repite cada semana. De diferentes formas y maneras, pero única en el espectro del tiempo y el espacio.
Estas reflexiones alrededor del domingo al mediodía están hechas en el marco de una permanencia en la casa o en el hogar. Cuando estamos fuera, la percepción cambia y toda la energía se concentra en la actividad que realizamos. Ya sea trabajar, viajar, estar en el médico, ir de compras o al parque entre otras.
El invento de la rueda y del motor que la mueve transformaron el mundo.
Sin embargo, los domingos al mediodía son como el ancla que nos afianza en la semana, a lo que también es primordial en la vida. A nosotros mismos. Sin transporte. Sin viajes. Sin afán.
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Gracias estimado Guillermo,
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