Para muchas personas en las ciudades, las mañanas de domingo son deliciosas. Porque es un día de descanso y porque se pueden hacer cosas generalmente diferentes. Con tiempo dedicado a actividades que entre semana no se pueden hacer. Levantarse un poco más tarde es una de ellas o desayunar en la cama puede ser otra. Pero las rutinas de consumo de energía no cambian en lo básico. Encender luces y aparatos eléctricos y electrónicos, usar agua potable, generar desechos, desperdicios o similares, gastar dinero, reunirse o compartir con la familia o los vecinos, son algunos ejemplos.
El transporte también genera gastos de energía. Y de dinero. También se desarrollan a través de él procesos de encuentros y desencuentros sociales que hacen que sea algo mejor o peor, dependiendo de la experiencia del usuario.
Sin embargo, estas características hacen que los recursos que usa el transporte para su sostenibilidad se agoten. El uso de energías no renovables y altamente contaminantes como el petróleo y sus derivados, el intercambio de bienes económicos en la cadena de valor del transporte y los conflictos sociales que puede desencadenar la prestación de servicios, hacen que los planificadores y los gobiernos pongan su mirada en lo ambiental, lo económico y lo social como ejes de la sostenibilidad.
En este ámbito de la triple cuenta (económica, social y ambiental), que rinde la industria del transporte a la sociedad vamos a intentar describir los elementos o factores que hacen que el transporte sea sostenible.
En lo económico
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El transporte sostenible tiene precios y tarifas asequibles en toda la cadena de valor, desde la producción de los vehículos y el diseño de los sistemas hasta los usos finales. Sus precios son justos para toda la cadena, incluidos los salarios de empleados y colaboradores.
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Es productivo y competitivo, ayudando a generar riqueza en las sociedades y países.
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Genera riqueza para todos, incluidos los usuarios. La riqueza es generada para los grupos de accionistas y para la sociedad en conjunto. Todos ganan en lo económico.
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Es ético. Las buenas prácticas llenan las actividades asociadas con el transporte en sus etapas de planeación, implementación y uso final. El transporte sostenible piensa y actúa económicamente con una buena relación costo-beneficio frente a las necesidades de todos los actores involucrados, con prácticas éticas.
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Rinde cuentas a todos y cada uno de los grupos de interés en sus diferentes niveles de actuación.
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Es un conjunto de buenas prácticas económicas tanto en el nivel de industria como en el de los usuarios finales de los sistemas de transporte (peatones, ciclistas, pasajeros y conductores de vehículos a motor). Hay transparencia en las acciones.
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Es innovador, en los modos de tenencia y uso de los vehículos y de las infraestructuras.
En lo social
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Permite la comunicación y la participación de todos los actores en todos los niveles, facilitando la apropiación, la información y los flujos de comunicación entre los distintos grupos de interés. La participación mejora la toma de decisiones.
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Es digno y de calidad. Entre más lo sea, más sostenible será.
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Cuenta con infraestructuras y vehículos diseñados para personas de todas las edades y condiciones.
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Tiene coberturas suficientes, sin discriminar por distancia o carencia de oportunidades y facilitando medios, modos y vehículos en todos los puntos de la geografía. El transporte debe estructurar la formación de las ciudades. No debe ser a la inversa.
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Previene siniestros viales, garantizando la seguridad vial y el cuidado de la vida a todas las personas.
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Es inclusivo. Cada usuario se siente parte del sistema de transporte, se comunica con él y participa en su mejoramiento como un actor clave del mismo.
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Tiene horarios y rutas ajustados a las necesidades de la comunidad. Esto para el funcionamiento del transporte público y de vías e infraestructura.
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Cuenta con programas especiales para poblaciones en situación de vulnerabilidad.
En lo ambiental
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Promueve la existencia de infraestructura y de vehículos (cuando aplica), así como el uso de modos de transporte no motorizados
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Promueve un uso eficiente del automóvil, especialmente para viajes de medianas y largas distancias, en lo posible compartido, o para acercar a los usuarios a los medios de transporte público.
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Reduce las emisiones de CO2, usando combustibles que no sean fósiles o estableciendo programas de uso eficiente de los vehículos de carga, pasajeros y particulares.
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Promueve la existencia y uso de los sistemas de transporte público.
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Ayuda a mejorar la salud ambiental y de la población.
Entre más cumplan los sistemas de transporte con estas características, más sostenibles serán. Si cumplen con solo uno o dos componentes de la triple cuenta, la sostenibilidad se verá amenazada. El cumplimiento deberá ser integral, para beneficio de todos.
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