En la educación actual se ha observado un preocupante aumento en los comportamientos abusivos e irrespetuosos por parte de los estudiantes hacia los docentes. Estos comportamientos, que van desde la falta de respeto verbal hasta la intimidación física, representan un desafío significativo para los educadores y tienen efectos perjudiciales en el ambiente de aprendizaje.
Varios factores contribuyen a los comportamientos mencionados anteriormente. En primer lugar, la falta de disciplina y límites en el hogar puede llevar a que los estudiantes no comprendan la importancia del respeto y la autoridad del docente. Además, el uso generalizado de la tecnología y las redes sociales ha ampliado las oportunidades para el acoso y el ciberacoso, lo que puede manifestarse en el entorno escolar.
En el mismo orden de ideas, los estudiantes muestran una falta de respeto hacia sus compañeros y profesores, interrumpiendo constantemente las clases y generando un ambiente negativo para el aprendizaje. Su comportamiento irrespetuoso y desafiante obstaculiza el progreso académico de los demás estudiantes y dificulta el cumplimiento de los objetivos educativos. Es fundamental abordar este problema de manera efectiva para garantizar un entorno de aprendizaje seguro y productivo para todos.
Además, la presión social y las dinámicas de grupo también pueden desempeñar un papel en estos comportamientos. Los estudiantes pueden sentir la necesidad de demostrar su dominio sobre los demás o buscar la atención de sus compañeros a través de actitudes desafiantes hacia los docentes. La falta de consecuencias claras y consistentes por parte de las instituciones educativas también puede permitir que estos comportamientos persistan justificando estos comportamientos: es culpa del contexto, de los padres, de la sociedad, de la práctica del docente negando la capacidad racional que tienen ya de decidir que está bien y que no.
Es de esta manera que los comportamientos abusivos e irrespetuosos de los estudiantes tienen efectos perjudiciales tanto para los docentes como para el ambiente de aprendizaje en general. En primer lugar, estos comportamientos afectan la moral y el bienestar emocional de los educadores, quienes pueden experimentar altos niveles de estrés y agotamiento.
Para abordar este problema, es crucial implementar estrategias efectivas tanto a nivel individual como sistémico. A nivel individual, los docentes deben recibir capacitación en técnicas de gestión de la conducta y resolución de conflictos para poder manejar adecuadamente los comportamientos abusivos e irrespetuosos. También, es importante fomentar una comunicación abierta y respetuosa entre los docentes y los estudiantes, estableciendo expectativas claras sobre el comportamiento apropiado en el aula. La gestión del aula y de la comunidad educativa junto a los padres de familia y la sociedad deben promover la conciencia de la importancia del respeto y la disciplina en el entorno educativo.
Asimismo, es un problema grave que requiere una respuesta integral y colaborativa, priorizando la conciencia y la educación, igualmente, abordar temas como la resolución de conflictos, la empatía y la comunicación asertiva, la implementación de políticas, medidas disciplinarias claras para aquellos que violen estas normas y lo más importante establecer canales de denuncia efectivos y claros.
Casos como el rector Jaime Rojas asesinado por un estudiante en un colegio de la ciudad de Bogotá “cuando los alumnos entraron en el rectorado y atacaron con un puñal al educador”. Homicidio que se perpetuó por el llamado de atención del rector hacia la conducta delictiva del estudiante. El mismo caso de agresión se presenta en un número creciente de ataques tanto verbales como físicos en los cuales la vida e integridad del docente queda expuesta sin ninguna protección de parte de las normativas y las políticas públicas.
Amenazas de estudiantes hacia los docentes, intimidaciones, amenazas de muerte es así que los docentes piden traslados o dejan sus trabajos por miedo a las represalias. Y es que, las consecuencias y los castigos hacia las acciones de los estudiantes son mínimas debido al código del menor que los protege a ciegas, sumándoles más derechos cada vez, no otorgándole obligaciones, colocando al sistema educativo (docentes, sobre todo) de manos atadas.
En otra situación en un colegio de la localidad de Usme, un docente agredido por llamar la atención sobre la vestimenta que traía el estudiante y ser agredido por este, en consecuencia, siendo golpeado y luego amenazado, teniendo que pedir el traslado de colegio. Teniendo el docente como respuesta ante la petición de salvaguardar su vida “se puede proteger mientras esté dentro de la institución, pero ya fuera del plantel no es asunto del colegio”, cuestión no tan certera viendo los casos de violencia dentro de las aulas en un fenómeno que se transforma en un problema de seguridad. Situaciones a la que todos los docentes nos hemos enfrentado: estudiantes que salen del salón y entrar sin permiso, el uso del celular, groserías, la tenencia de armas, sustancias alucinógenas, bullying, entre otras acciones que ponen entre la espada y la pared al docente.
Otro caso a resaltar fue un colegio en Antioquia en donde los estudiantes mediante panfletos amenazan a los docentes con decapitarlos, si no se iban de la institución, “o se van o se mueren”, también, la docente la cual fue golpeada con un puño en sus ojos por pedir a una estudiante que dejara el celular para colocar atención a la clase; esto anterior, son mensajes que simbolizan la desprotección de los docentes y la intimidación a lo que se ven expuestos. Otra situación que no tuvo consecuencias; lo anterior, vislumbra a estudiantes que les restan valor a los docentes.
Debe quedar claro que no se debe minimizar los esfuerzos realizados por los docentes en el aula de clase, así como, no recaiga la culpabilidad en el sistema educativo, si no que se debe indagar y comenzar a trabajar desde las acciones de los estudiantes que cada día más violentos, donde las razones para seguir sosteniendo estas situaciones es la responsabilidad del sistema educativo de formar a los niños y niñas y garantizar el derecho a la educación. Todo lo anterior recaerá en la sociedad; golpear al otro en el transporte público, la corrupción, los asesinatos, la inseguridad social, en pocas palabras: una sociedad en decadencia con personas incapaces de ejercer un rol activo capaz de asumir sus deberes en un efecto dominó.
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