Dom, 04/01/2018 - 12:28
Esta rampa puede llevar pintura distintiva para evitar la caída de personas ancianas. Además, conduce a una reja o barrera que hace difícil el giro en silla de ruedas.

Ética de la movilidad

¿Puede hablarse de una ética de la movilidad? La cotidianidad presenta constantemente dilemas éticos fáciles de resolver, debido al hábito, por parte de peatones, ciclistas, motociclistas, pasajeros o conductores. Hay otros de difícil manejo. El alcohólico resuelve su dilema conduciendo en estado de embriaguez, por ejemplo. Alguien con afán, toma la decisión de cruzar un semáforo en amarillo o rojo. Otra persona, a sabiendas, decide ir en contravía poniendo en riesgo su integridad y la de los demás.

Llueve con intensidad en la ciudad y Matilde debe llegar pronto a casa. La vía está despejada pero la lluvia le impide ver a través del vidrio panorámico de su automóvil a pesar de que los limpiabrisas se mueven constantemente y son de muy buena calidad. Matilde decide posponer la llegada a su hogar. Pone su vehículo a orilla de vía en un sitio permitido y espera a que amaine el aguacero para continuar su viaje en condiciones seguras.

Otros conductores que pasan por la misma situación, sin embargo, se arriesgan a manejar en esas condiciones adversas y esgrimen diferentes razones para hacerlo. Uno que otro peatón debe resolver si espera guarecido o si cruza la calle en medio del chubasco para llegar a su destino, pues la lluvia lo cogió en medio del camino.

Hay quienes en cualquier circunstancia pasan bajo un semáforo que está con luz amarilla o roja, otros que se saltan una señal de PARE y cruzan la intersección sin tener el derecho de paso.

Existen quienes conducen a velocidades mayores en zonas no permitidas o usan la bocina en los alrededores de un hospital.

Sobran en el mundo planificadores que construyen vías sin diseños específicos que protejan la vida de quienes deban transitar por ellas. O quienes privilegian el derecho de paso de los vehículos automotores por encima del de los peatones (más vulnerables en caso de que se presente un siniestro vial). O también quienes construyen con barreras.

No faltan los usuarios de transporte pirata o ilegal y tampoco quienes ofrecen estas alternativas por encima del orden jurídico vigente. Esto sin hablar del infractor que se enfurece y ataca porque la autoridad de tránsito le impone una sanción.

La ética de la movilidad, el deber ser y los valores que comparten los ciudadanos y habitantes de zonas urbanas, semirrurales y rurales, está presente en cada decisión que se toma.

Sin embargo, en materia de movilidad y transporte, pocas veces las personas ponen sus decisiones en una dimensión ética.

La ética se aprende en casa, en los espacios educativos, en los espacios de trabajo y en la interacción social.

No hay nada que justifique los comportamientos por fuera de la ética en la movilidad. Ni el afán, ni la facilidad, ni la comodidad, ni la ignorancia.

El consenso social lo dice.

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