Justamente antes de que el gobierno español empezase a poner sus medidas en funcionamiento, yo me encontraba haciendo compras en el almacén de alimentos y de cuarentena voluntaria. Así que salí por última vez a una frutería. Jamás en la vida voy a olvidar a esa persona. La frutera, se ponía constantemente a unos centímetros de mí mientras me despachaba sin guantes, ni mascarilla ni absolutamente nada. Mientras ella metía en bolsas mis manzanas, peras y etc... Me hablaba de cosas cotidianas, y de pronto yo que estaba con una faringitis (determinado por un médico), empecé a toser. Para no asustar a nadie le indique lo que era, ipso facto, con toda la alegría del mundo y agarrándome de la mano… me decía:
En ese momento le dije que me cobrara y me fui, sin parar de pensar en toda la cola que había de gente mayor. Se me vino el alma a los pies. Cinco días más tarde, lo que se tarda en incubar el bichito… empecé a sentirme muy mal, cansancio, mareada, malestar, tos y la mínima y dichosa fiebre. Si me pongo a pensar y pese a que ningún síntoma fue muy fuerte ni grave, sí que se prolongaron durante dos semanas. La pérdida del olfato y el gusto, pérdida del apetito, cuando la fiebre se fue empecé a tener temperaturas muy bajas e hipotermia, otros días con diarrea, dolor muscular y cuando por fin me encontraba bien… Cuando hacía un esfuerzo físico un poco grande, dígase subir unas escaleras corriendo, me faltaba el aire como jamás en mi vida había vivido. Esa última sensación, me duró otros quince días y fue lo peor de todo el proceso.
Durante todo el proceso de enfermedad, intenté ponerme en contacto en los teléfonos oficiales que dispuso el gobierno, cuando tras muchas llamadas conseguí que me lo cogieran me indicaron que igual era gripe. Ya… pero es que yo ya había pasado la gripe ese año. Nuevamente llamé hasta que logré dar con alguien que asumió mis síntomas y me indicaron que debido a mi estado de gestación vendría una ambulancia a hacerme las pruebas. Eso jamás sucedió. Traté de hablar con los médicos públicos y privados, y lo máximo que logré fue que desde mi médico del sistema público, un enfermero me hiciera seguimiento telefónico. Mil gracias, ya que al menos te sientes atendido.
Semanas más tarde por motivos de trabajo la persona que convive conmigo se hace las pruebas. Hace un mes que a ambos nos dieron el alta. Pues curiosamente él, porque yo estoy a esperas de la prueba, los datos de inmunidad le indican que tras más de cuarenta días es inmune pero tiene el virus activo.
Entonces me pregunto, ¿Cuál es la situación real que no nos cuentan?
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