Dom, 10/31/2021 - 09:42

Jamás seremos lo que no hemos llegado a ser de niños

Parafraseando a una Nobel de literatura, y porque estuve conversando con uno de mis fantasmas anoche, vengo a decir que todo lo que vemos sucede en la niñez y, lo demás, es memoria, porque el mundo es esa construcción a partir de la libertad que tenemos cuando no sabemos qué es cada cosa, incluidas las personas.

Y lo hago porque sé que, dentro de todos los presentes, y de cada una de las personas que habitan el mundo, ese niño sobrevive, aunque no sepamos explicarlo ni podamos creerlo, pero, sobre todo, he venido hoy a decirles esto, porque decidí que, a partir de anoche, el adulto que soy, o que era, morirá de hambre, porque voy a dedicar todas mis energías a alimentar al niño y a verlo crecer.

Vine, porque todo hay que decirlo, primero a hacerlo manifiesto sin saber cómo lo llevaré a cabo, y porque este rasgo de arrojo y despreocupación de las consecuencias es propio de los niños que, luego de que soltaron una verdad del tamaño de un rascacielos piensan o, mejor, se dan cuenta, en el mejor de los casos, de lo que causaron o lo que evitaron con unas simples palabras. Entonces, lo que diga en adelante no tendrá ningún tipo de planeación previa o de meditación que lo soporte y, por el contrario, de lo que pase de ahora en adelante me encargaré luego de que haya soltado en este atril y en esta tarima invisible ante ustedes o ante quien los reemplace. Por ejemplo, una de las primeras cosas que diré será lo de la publicación de mis primeros cien libros con la editorial de mis amigos invisibles y, por supuesto, no podré dejar de decir que ese, tal vez, es el acto más valiente de los tantos que cometí, en mi primera niñez o en esta. Muchas personas me preguntan si ya están escritos esos cien libros, si son tan buenos para merecer ver la luz, si sí los escribí yo y no algún escritor fantasma a cambio de cinco pesos, y a todas debo responderles con la verdad, porque no tendría sentido llevar a cabo tal proyecto con mentiras en la espalda. Se trata de una idea que nació con mi primer libro, y que básicamente era una lista consecutiva con las obras que fuera publicando a lo largo de mi vida, pero que, con el tiempo, además de perder control, ganó complejidad y tamaño, porque se incluyeron todas las colaboraciones en medios del mundo, los escritos sueltos y los que asomaron un día, asfixiados por los otros, de un cajón a reventar, y pidieron su propio espacio, además, claro está, de todos los proyectos formales como los son las colecciones de cuentos, los libros de poemas, las biografías de mis amigos y las crónicas del viajero en el mundo llamado Literatura, entre tantos otros.

No se preocupen, que ya mismo les respondo la duda de por qué los primeros cien libros, si es que acaso no son suficientes y hay más en los planes. Pues bien, porque esos primeros cien se refieren a todos los géneros en los que he trabajado sin contar el de la novela, y porque justo ese, será el que trabaje, si sobrevivo a esta avalancha, durante la última mitad de mi vida. Sí, que ya sé que nadie sabe cuál es la mitad numérica de su vida, pero, recuerden que yo, que soy un niño, sí me atrevo a decir que estos primeros cien libros será la primera mitad y las novelas serán la segunda y, espero, última parte de mi vida.

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