Mié, 08/10/2022 - 10:34

La amabilidad de los desconocidos

Cuando interactúas con personas desconocidas, rara vez logras percatarte de que puedes llegar a significar un punto de reflexión para esa persona.

Muchas veces breves interacciones con desconocidos, en ocasiones simplemente cruzar una frase, me han llevado a escritos, reflexiones o incluso artículos. Porque las percepciones fuera de nosotros mismos, nos ponen en una faz nueva del cristal poliédrico en el que vivimos.

Hace algunos años, cuando me encontraba en uno de esos momentos en los que el corazón románticamente mandaba, me encontré en una de esas situaciones.

Por aquella época aún no escribía sobre temas de “body positive”, ni temas relaciones sobre los estereotipos. Y es más que probable que me empezase a interesar el tema por esta persona. Antes de su reflexión vivía en una especie de autoflagelación, de la que ni siquiera en la actualidad me he desprendido del todo.

Entraba en una tienda de una famosa marca internacional de maquillaje. Allí en busca de un labial, me debatía entre el color que me gustaría a mí y el que creía que debía llevar. Yo que estaba diezmada por la opinión de la familia política, le indiqué a la dependienta que no podía llevarme el color que me gustaba porque me mataba “mi suegra”, concepto más que típico para todas aquellas personas que alguna vez hemos tenido familia política. El miedo a la crítica, el agobio por saber que si eres tú misma ibas a ser menos aceptada aún, me sucumbía en una especie de disfraz donde en mis silencios desaparecía. La dependienta, ante mi afirmación de necesaria aceptación por parte femenina de la familia política me indicó una obviedad:

- A tu suegra le tienes que gustar tal como eres. Basta ya de todos esos miedos de aceptación. No son más que dictadura que nos aplastan.

Tras acabar la frase, me metió los dos colores en la bolsa y me cobró, para que yo decidiese quien quería ser. También hay que admitir que hizo una venta de más.

Aquella frase dicha por una desconocida que nunca he vuelto a ver, removió algo que posiblemente ya tenía alguna raíz en mí. Debe decirse que delante de la familia política siempre use el color adecuado.

Pero ahora, con la sabiduría de la edad, el tiempo y este viaje que se hace sobre una misma, sé que usaría el color que realmente me hacía sentir yo misma. Porque descubrirse, aceptarse y quererse, es un viaje que todos deberíamos hacer obligatoriamente. Debería ser obligatorio tener un desconocido en tu vida que te haga dar ese gesto, que sea el inicio de algo que ya no te deje verte como te veías.

Desde aquello, las pocas veces que interactúo con desconocidos, sonrió al pensar que quizás un día sin darme cuenta, yo también ayude a alguien por algún tipo de viaje interno. O igual lo hago contigo, querido lector desconocido.

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