Se requiere tan solo un instante en el tiempo. Un pequeño segundo en la inmensidad de los siglos para ver que la movilidad sea inmóvil. A diferencia del video, la fotografía capta momentos, instantes que permanecen congelados. Aunque dan la sensación de movimiento por la capacidad del cerebro humano para completar las escenas, en la foto son estáticas. Imágenes y representaciones de la realidad, al fin y al cabo.
La movilidad inmóvil muestra un par de paseadores de perros en Bogotá caminando por su espacio, reservado para los peatones, en una actividad cotidiana mientras al fondo un ciclista espera a que los carros detengan sus trayectorias para cruzar. Al tiempo, un pasajero de transporte público espera atento el paso del vehículo que lo llevará a su punto de destino. Diariamente en las ciudades suceden cientos de millones de interacciones entre quienes usan el sistema vial. Estas determinan tanto la experiencia de viaje de cada persona como las condiciones de la seguridad vial. Acá aparecen los animales también como protagonistas de la movilidad en la ciudad.
Esta es una poderosa infraestructura creada para que los peatones crucen sobre una autopista citadina. Aunque hoy las ciudades tienden a evitar la construcción de nuevos puentes peatonales los que hay son útiles, como este, especialmente en horas diurnas. La acción de caminar siempre es realizada por personas de todas las edades y condiciones a quienes se les debe garantizar el acceso a la infraestructura de movilidad.
El clima y en especial la lluvia afectan la movilidad. En esta imagen de movilidad inmóvil los peatones buscan protegerse tanto del agua que cae como de la que se anega al pie de los andenes. Los conductores de vehículos motorizados de dos y cuatro ruedas, entre tanto, ven afectadas la visibilidad y la velocidad de sus desplazamientos al tiempo que usan las luces de los semáforos para transitar organizadamente.
Algunos sectores de nuestras ciudades en América Latina son privilegiados al contar con árboles y naturaleza en los entornos viales. Las plantas y espacios verdes ayudar a purificar el aire al convertir el dióxido de carbono en oxígeno. En la fotografía aparecen los árboles congelados, como si el viento no meciera sus ramas y las aves, invisibles acá, no los habitaran. La presencia humana está implícita por la vía y las construcciones al costado y al fondo.
Estos son peatones congelados en el tiempo y en el espacio; en su espacio peatonal estructurado por el paso de cebra mientras las motocicletas y demás vehículos esperan pacientes antes de la línea de pare. Las infraestructuras viales también determinan el comportamiento de las personas y en este caso, reservan tiempo y espacio para el cruce peatonal seguro.
Una estación del Metro de Medellín es el escenario para que los pasajeros y el rayo de sol que cae sobre la infraestructura férrea queden inmóviles en esta imagen del sistema de transporte público.
La noche hace que las luces de los carros parezcan cocuyos y luciérnagas enfilándose una tras otra en una hilera que se pierde en el infinito. Las ciudades no duermen y con ellas el transporte sigue fluyendo permanentemente. A pesar de su inmovilidad en la fotografía.
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