Me quedo con todo aquello que después de verlo por primera se volvió camino y necesidad de encontrar otras voces, otros libros, otras frases, otras películas, otros dolores, otras alegrías, otras angustias, otros viajes. Me quedo con todo eso que, siendo pensado, sentido y creado por otros, me hizo confrontarme, hacerme preguntas y me llevó a escribir mi propia versión, mi propia historia.
Me quedo con todo aquello que de tanto verlo, leerlo y escucharlo, se volvió parte de mí, porque ese es el destino de toda obra, meterse entre la piel, aferrarse a algún pedazo de la memoria, quedarse a vivir en un rincón de eso que llaman alma para, en fin, habitarnos.
Decido quedarme con esas cosas que pueden hacerse a pesar del afán, preparar un café o dedicarse a mirar por la ventana, jugando a inventar las historias de la gente que pasa, y lo hago porque, en el fondo, le apuesto todo a seguir convencido de que crear es más importante que producir y reproducir, porque crear es levantar la propia voz y atreverse a ir contracorriente para entregarle al mundo algo que alguien necesita aunque no lo sepa, y aunque uno mismo, al crearlo, no sepa que va a ser necesario para ese alguien.
Decido y decidí, como dice una canción, "aprenderme a hacerme yo la maleta para poder vivir", y con esa maleta ir por ahí observando, con el único fin de que no se me mueran las preguntas, porque cada pregunta puede ser el inicio de una historia.
Me quedo con las obras a las que vuelvo cada tanto, esas que siguen siendo camino y en las que estarán otras y otros a los que esas obras habitan, porque ellas, las obras, son y seguirán siendo un espacio común, un lugar de encuentro que nos queda a todos para hacernos preguntas y escribir nuestra versión.
Añadir nuevo comentario