Dom, 03/28/2021 - 12:28
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Prevención de accidentes en niños, niñas y adolescentes (II)

La mitad de las consultas de niños y niñas en las urgencias hospitalarias por lesiones externas son a causa de caídas. Prevenirlas es tarea de los padres y madres de familia, docentes y cuidadores de los niños. Por otra parte, en 2019 falleció en promedio un niño, niña o adolescente cada semana en Colombia por interacciones riesgosas con elementos eléctricos o térmicos. Prevenir las quemaduras en niños y niñas es cuestión de buenas prácticas en la casa, en el colegio y en el transporte.

La prevención de accidentes en niños, niñas y adolescentes es responsabilidad de los padres y las madres de familia, de los cuidadores, la sociedad y el Estado. En pasada columna de Revista Enfoque tratamos acerca de la necesidad de trabajar en el tema y del grupo de estudio que conformó la Asociación Afecto contra el maltrato infantil para ello.

Fortalecer el conocimiento de quienes interactúan con las poblaciones de menores de 18 años y desarrollar las habilidades necesarias para la prevención y la promoción primaria en salud es deseable. Un mayor conocimiento de los factores de riesgo aumenta la probabilidad de gestionarlos y salvar las vidas y la salud de los niños, las niñas y los adolescentes.

La casa, el colegio y el espacio público, incluida la calle, son los lugares de mayor incidencia y prevalencia de accidentalidad en niños y niñas debido a la exposición a los riesgos. La tarea está en hacer mínimos los riesgos o, en lo posible, eliminarlos y construir lugares y entornos seguros.

De acuerdo con la Asociación Afecto contra el maltrato infantil y lo expuesto por el pediatra Ernesto Durán en el XXVII Congreso Colombiano de Prevención y Atención del Maltrato Infantil realizado en 2020, 50 % de las consultas en urgencias por lesiones externas tienen como causa las caídas.

A la necesidad que tienen niños y niñas de explorar, conocer y disfrutar del entorno se le asocia, como medida de prevención, la de establecer barreras seguras y fomentar buenas prácticas en la relación de los niños y niñas con el territorio y con el ambiente.

Los bebés, por ejemplo, no deben permanecer solos o sin supervisión en sitios altos o elevados (camas, sillas, sillones, sofás), especialmente cuando comienzan a darse vuelta, incorporarse, sentarse, gatear o girar. Las cunas y camas para ellos deben contar con barandillas que impidan que el o la bebé caigan al suelo y se golpeen.

Es importante evitar los pisos resbaladizos en la casa y en el colegio, al igual que tapetes y alfombras que no estén adecuadamente puestos o que hagan que el niño o la niña resbalen o se tropiecen. Es relevante no dejar objetos en el piso con los cuales los niños puedan tropezar o que puedan pisar ocasionando una caída. Por otra parte, los lugares de tránsito en el hogar o en el espacio escolar deben estar muy bien iluminados.

Los accesos a las escaleras o escalones al igual que los balcones deben contar con barreras o barandas de contención que eviten que el niño o la niña circulen o caigan por estos espacios. La distancia entre los barrotes que conforman la barrera o baranda no deberá ser mayor a 10 centímetros de modo que el niño o la niña no quepan entre ellos y deberán estar en puestos verticalmente y no en horizontal para evitar que puedan ser usados a su vez como escaleras.

Se debe eliminar la presencia de sillas, sofás, camas o elementos sobre los cuales los niños y las niñas puedan encaramarse para asomarse a ventanas y balcones. Es particularmente riesgoso saltar sobre la cama, especialmente si está ubicada al pie de una ventana. El peso y tamaño de los niños y las niñas a cortas edades combinado con la fuerza de los saltos y el impulso de los resortes de los colchones pueden hacer que salgan disparados por la ventana.

En general las ventanas deberán poder abrirse únicamente de forma parcial evitando que el niño o la niña quepan por el espacio vacío y caigan. Los vidrios deberán estar muy bien puestos y resistir inclusive que una persona adulta se apoye sobre ellos.

En casa hay que prevenir la caída de objetos sobre los niños y las niñas o dejar a su alcance manteles u otros elementos que puedan halar trayendo como consecuencia la caída de objetos indeseables sobre la cara, la cabeza o el cuerpo de bebés y niños y niñas. Muebles como estantes y repisas deberán estar muy bien sujetos a las paredes y resistir inclusive el zangoloteo para asegurar que no van a caer o dejar caer sus contenidos.

Es ideal dotar de bordes de redondeados y suaves las esquinas, puntas o filos de mesas, puertas, butacas u otros objetos con los cuales los niños y las niñas pueden golpearse en la casa, la guardería, el jardín o en el colegio.

En el transporte hay que evitar trasladar niños y niñas en motocicleta, por el riesgo de caídas y lesiones. Si el adulto conduce moto o bicicleta debe evitar llevar a niños y niñas cargados sobre sus hombros por la inestabilidad y la poca capacidad de reacción que se tiene al conducir con una persona cargada y porque aumenta el riesgo de caída al perder el equilibrio.

Al transportar niños y niñas en bicicleta es necesario cuidar que, como pasajeros, sus pies no queden colgando y queden atrapados entre los radios de las ruedas o con los piñones o cadena mientras el vehículo circula. Eso puede causar luxaciones, fracturas o fuertes laceraciones en la piel. No se recomienda transportar niños y niñas en bicicleta por vías principales o de alto tráfico de vehículos a motor.

En vehículos de transporte público hay que tener en cuenta que la capacidad de un niño o de una niña para agarrarse o sostenerse es menor que la de un adulto. La recomendación para los pasajeros que viajan sentados es ceder, sin dudarlo, la silla a los niños y niñas o al adulto acompañante con el niño para que sea más cómodo y seguro el viaje.

Se debe evitar a toda costa que niños y niñas jueguen en los vehículos paseando sobre las sillas o colgándose de los tubos o agarraderas.

En el transporte escolar los niños y niñas deben viajar sentados y sujetos a los asientos con cinturones de seguridad de tres puntos. En carros y vehículos particulares los bebés y niños viajarán en sillas especiales de retención que les permitan protegerse ante un choque o ante un zarandeo fuerte producido por frenadas o colisiones. 

De otra parte, en 2019 fallecieron en Colombia 47 menores de 18 años como consecuencia de interacciones riesgosas con elementos eléctricos (20 muertes) y térmicos (27 muertes), es decir, en promedio hubo cuatro muertes cada mes por quemaduras.

Las quemaduras eléctricas se producen por el contacto de elementos transmisores de corriente o energía eléctrica con la piel del niño y de la niña o con su cuerpo. Es cotidiano que la curiosidad y la posibilidad de hacerlo, por estar a su alcance, lleven a niños y niñas a meter los dedos o la lengua en los enchufes o a introducir en ellos alambres, tijeras o elementos metálicos. Tomar un cable eléctrico, tocarlo con los dedos, lamerlo o morderlo conlleva riesgos especialmente si están descubiertos o desprovistos del caucho protector o si este se puede quitar o caer fácilmente.

Dejar al descubierto cables, enchufes, cables pelados, extensiones, regletas o enchufes extensibles son riesgos que se pueden evitar en el hogar. Los protectores de enchufes o tomacorrientes están disponibles en el mercado. Estos son tapones de seguridad difíciles de retirar por parte de los bebés y de los niños, para protegerlos de los orificios electrificados que existen en la casa y en la escuela.

Es necesario evitar la presencia de niños y niñas en la cocina, principalmente en los momentos de preparación y cocción de los alimentos. La cocina representa riesgos potenciales por la cantidad y calidad de elementos y utensilios que se encuentran ahí. Cuchillos afilados, elementos para macerar, líquidos y recipientes calientes, fuego en su más pura expresión, fósforos, encendedores, parrillas, quemadores eléctricos, licuadoras, procesadores de alimentos, estufas, hornos.

Igualmente se debe evitar el transporte de alimentos en el hogar por los sitios de pasos de niños y niñas o prevenir que estos no circulen por esos espacios mientras el adulto traslada el alimento. Un liquido caliente puede caer sobre los niños en el trayecto del adulto entre la cocina y la mesa o la habitación de quien recibe, causando quemaduras, emergencias y lesiones indeseables. Para el caso de niños y niñas que desayunan en cama un domingo, por ejemplo, hay que cuidar que la estabilidad de los elementos los protejan de caídas y derrames de líquidos calientes. Es preferible no servir alimentos calientes o hirviendo en estas ocasiones.

Cocinar con los niños y niñas es una actividad que fortalece los vínculos en la familia y mediante la cual pueden aprender el manejo de los utensilios, el espacio y los elementos de una forma acorde con la etapa del desarrollo en la que estén, siempre con supervisión adulta.

Es muy importante mantener alejados de los niños y niñas los objetos calientes como ollas, sartenes, pailas, olletas, planchas, secadores de pelo, planchas para el pelo. Se deben revisar periódicamente las instalaciones eléctricas así como dar de baja los electrodomésticos en mal estado.

Cuidar la temperatura del biberón para que no queme la boca o el cuerpo de las y los bebés es otra precaución, al igual que vigilar la temperatura del agua dispuesta para bañarles. La piel de los bebés y los niños es más delicada y sensible que la de los adultos, por lo cual se cuidará también la temperatura en los lavamanos y lavabos de modo que al hacer la labor de limpieza no resulten quemados.

No se recomienda tener velas o veladoras encendidas en lugares con objetos que puedan hacer combustión y tampoco tenerlas al alcance de niños y niñas.

Las quemaduras en la piel producidas por el sol en niños y niñas son igualmente frecuentes si no se les cuida o protege. El uso de gorros o cachuchas que protejan a los niños y las niñas del calor del sol en la cabeza evitarán dolores, vómitos, trastornos e insolación. Igualmente, en climas cálidos o de alta temperatura, es importante vestirlos con prendas que les permitan transpirar e, inclusive, que se mojen con el sudor; esto ayuda a que se mantenga la humedad en el cuerpo y este se mantenga hidratado.

Poner crema protectora especial en la piel de niños y niñas expuestos a la luz solar evita quemaduras y les protege de la acción del sol.

En el transporte hay que evitar a toda costa el contacto de niños y niñas con encendedores eléctricos en los vehículos, transportarles en días calurosos con las ventanas cerradas y dejarles solos en los vehículos. En los viajes de mediana o larga distancia hay que preocuparse por la hidratación permanente. En paradas en carretera, estaciones de servicio o a llegar a casa es recomendable evitar que los niños pongan sus manos sobre el radiador caliente.  Cuando el vehículo ha estado expuesto al sol por mucho tiempo, se recomienda proteger la piel de niños y niñas al sentarse poniendo telas o mantas sobre asientos y espaldares.

Es especialmente recomendable que los niños y las niñas no se acerquen a los exostos de carros y motocicletas cuando aún están calientes por el viaje. Pueden producir dolorosas laceraciones en la piel y quemaduras fuertes, especialmente en las piernas, al permitirles acercarse descuidadamente.

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