Vie, 04/29/2022 - 09:48

Quema de ideas

Hace unos días, en mi rutina de buscar mis libros por la red, di con una web interesante. Dicha web es un compendio de libros, allí puedes informarte para tus próximas lecturas. Pero lo interesante de esta joven web que aún no cuenta con gran número de títulos, es sin duda uno de los datos que tiene en cuenta.

Además del autor, género y otras características que solemos encontrar comúnmente en cualquier web de este tipo, también encontramos algo más peculiar pero muy apropiado de la sociedad en la que nos estamos convirtiendo. Esta categoría calificaba si el libro era inapropiado y en qué lo era, aspectos como machismo, racismo, sexismo, y un largo etcétera se podían leer. Es más lectores señalaban dichos fallos en los libros, como criticas de ellos.

Pero si nos paramos a pensar, no es desolador observar un libro de hace siglos con las gafas de fuera. Debemos enriquecernos con la sabiduría del pasado, si queremos entender lo que fuimos y saber lo que somos. Algo tan sencillo como eso, se pierde en un deber ser en los libros. Como si cumplir todas las reglas de la normalidad actual fuera lo único realmente importante.

Lo transgresor no tenía hueco, lo antiguo se destrozaba porque no podía leerse con las gafas de la historia. Y así en cierta forma se censuraban libros por no cumplir con lo que se debe hoy en día. El argumento indicaba que dichos libros hacían apología de los malos comportamientos. Pero la vida era como era, la historia nos cuenta lo que fuimos. No debemos amputar la memoria. Porque si normalizamos lo que debe ser en la actualizar y lo forzamos para meterlo en el pasado, vivimos en un autoengaño que infravalorara a los que lucharon y sus luchan.

Me parece una lucha legítima todas aquellas que tratan de equilibrar e igualar a todas las personas sean como sean. Pero manipular nuestro legado cultural pasado cortándole de brazos y piernas, es un craso error. Olvidar como fuimos y manipular lo que fue no mejorará un presente que aún no ha alcanzado todas las victorias que quieren obligar en papel.

Y es que no podemos olvidar que dichos movimientos no son tan diferentes a la tremenda cantidad de quema de libros que los ojos de la historia, lamentablemente, han tenido que mirar.

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