Hola Jessy,
No sé si me recuerdes. Hablamos en marzo de 2012 cuando tu calvario apenas comenzaba. Fue una charla distendida en tu casa, cuando además de ser tu casa era tu prisión. Nos presentó una amiga en común que solo quería que conversáramos para que yo escribiera algo de ti. Y bueno, escribí lo que percibí en esas tres horas de charla. Me la jugué por tu inocencia que hoy un juez ratificó con un fallo absolutorio a favor tuyo y de Laura. Pero no quiero aburrirte ni darle más vueltas al suplicio que tuviste que vivir desde que murió Luis Andrés con las minucias judiciales que ya llegaron a su fin. Al menos por ahora, porque seguirán con el tormento hasta “las últimas consecuencias” como lo ha manifestado el señor Colmenares.
Te he pensado porque supe desde que se cerró la puerta, al salir de tu refugio, que nunca nos volveríamos a ver. Supuse que volverías a la rutina del encierro y que esperarías esa libertad tan anhelada que un día llegó. Me alegró mucho ese día y te imaginé vestida de morado respirando aire puro de alguna zona rural de este país, en donde las vacas no te iban a señalar con el dedo índice. Benditas las vacas que no tienen dedos para señalar. También imaginé que no sería fácil para ti atravesar la ciudad sin padecer una mirada inquisidora, algún insulto y por qué no, alguna agresión en este país de vengadores y justicieros que purgan sus demonios con los pecados que presumen de los demás.
Por fin la justicia ha dado un fallo, después cinco años y medio de idas y vueltas. Hoy eres libre. Y no solo eres libre, además eres inocente. Siempre lo fuiste, porque esa presunción de inocencia, que además es un derecho, jamás la pudo romper el circo infame de testigos falsos de exfiscal González ni las pruebas periciales tan débiles de la exfiscal Zamora ni todos los indicios circunstanciales que convirtieron en teoría del caso en una exposición cada vez más terca y patética, en la que aún insiste el ente acusador para evitarse las demandas que podrían interponerles. Eres inocente a pesar de que la familia Colmenares ha jurado “descubrir la verdad y hallar a los responsables de la muerte de Luis Andrés”. Me temo, tristemente, que el señor Colmenares al final de sus días va a encontrarse con un espejo.
Pero así hayas sido absuelta por una jueza después de un proceso de más de cinco años, en donde se agotaron los métodos más rigurosos y los más rastreros para llegar a una conclusión, para gran parte de este país farandulero y resentido seguirás siendo una “asesina”, aunque ni siquiera se te investigó por ese delito. Ni siquiera la familia Colmenares cree que lo seas. Porque acá gritarle asesino a una persona es tan natural como cantar gol en un estadio o un ole en la plaza de toros. Todos somos potencialmente asesinos y estos jueces espontáneos y medio histéricos de las redes sociales no tienen problema alguno en tipificar cualquier conducta como asesinato. Porque estamos acostumbrados a asesinar y ser asesinados como parte de nuestra cotidianidad, por eso es tan difícil medir el alcance de las palabras. Muchos creen que el fallo que se dictó ayer no es un veredicto de un juez sino la demostración de la podredumbre de un país que vende la justicia a los ricos. Tú sabes bien que la gente cree que eres tremendamente adinerada y que compraste desde la defensa a todo el sistema penal colombiano, cuando me consta que les costó tremendamente pagar un abogado decente porque tu mamá me lo contó secándose un par de lágrimas. Porque además la gente no sabe quién es Laura y quién es Jessy, como si fueran un dúo, así como yo jamás supe quién era Servando y quién Florentino. Para mí eran lo mismo.
Te puedes alegrar porque la justicia de este país considera que eres inocente. Pero jamás lo serás para esa masa amorfa de todos los estratos, todas las razas y todas las tendencias ideológicas que en sus ratos de ocio jugaron a las conjeturas y a los detectives para declararte culpable, incluso, de asesinato. Eso quiere decir que no solo tú eres una bandida, ahora también lo es la jueza que te absolvió. Porque esas hordas de inquisidores virtuales de cafetín te quieren ver desollada en una plaza pública para que pagues por el crimen que cometiste. Un crimen del que hasta ahora no hay un criminal porque ustedes lo están ocultando detrás de sus minúsculas faldas de perras, porque así las ven. Perras porque sí, porque son delincuentes, y en este país de machistas y de fortachones de cantina a la mujer se le tiene que degradar cuando hace algo mal diciéndole, además, perra.
No sé cuáles sean tus planes ahora. Me parece tremendamente casual que hace cinco años en esa charla te pregunté que cómo te veías en cinco años y me respondiste con una claridad pasmosa “no sé”. No sé si ya lo sabes. Pero al menos puedes estar segura de que en este momento no pesa ningún impedimento judicial para hacer de tu vida lo que quieras. Sin embargo, Colombia seguirá siendo tu cárcel y los colombianos tus carceleros. Por eso, querida Jessy, me tomo el atrevimiento de darte un consejo que no me has pedido. Y lo hago porque siento que así como me abriste tu corazón hace unos años para contarme tu historia, también me diste la licencia para sugerirte algo. Esa sugerencia no te la di en ese momento porque todo era tan confuso y opaco que no supe qué decirte. Pero hoy sí te la digo con la mejor intención, pensando en tu bienestar y queriendo lo mejor para tu vida, Jessy, por favor vete. Vete de Colombia.
Sé que amas tu país porque me lo afirmaste con convicción en ese momento. Y en ese momento era todo tu mundo conocido. Jamás habías traspasado las fronteras a pesar de que muchos te imaginaban con Laura bronceándote en las islas griegas. Pero ese amor tuyo por Colombia ahora es malsano, hiriente y además no es correspondido. Colombia es ese romance tóxico que te maltrata y que jamás te va a pedir perdón porque cree que todo lo que te pasa es por tu culpa. Y no solo eso, que además está esperando una disculpa tuya porque te niegas a decir una verdad que ni tú misma sabes.
Te diría que en Colombia hay gente buena. Porque la hay. Pero eso no sirve de consuelo ahora porque justamente son “esa gente de bien” y esos “ciudadanos de a pie”, las dos ficciones más recurrentes y detestables de nuestra identidad nacional, quienes hoy se indignan con tu absolución. La gente divinamente de este país te quiere ver enjaulada hasta que confieses quién mató a Luis Andrés, como si les estuvieras negando el final a la novela que se inventaron en su cabeza, como si no existiera una posibilidad distinta a la de un asesinato.
Entonces, en Colombia tu libertad va a estar contaminada eternamente por la duda. No te pido que te vayas porque tengas que huir. Nada debes. Pero en este país es falso que el que nada debe nada teme. No es verdad. En este país todos vivimos con miedo. El miedo es parte intrínseca de nuestros días porque no hay que deber nada para estar expuestos a la maldad de los demás, al comentario tendencioso, al veneno del resentimiento social. No te pido que te vayas porque no seas digna de este país. Todo lo contrario. Este país no es digno de ti. No veo a nadie promoviendo un desagravio por toda la mierda que te hicieron comer en estos cinco años, por haber fabricado testigos falsos para incriminarte, porque te siguen insultando y masacrando en el mundo virtual y en el real a cada segundo a pesar de que ya está claro por un fallo judicial que eres completamente inocente. Ahora creen que la culpable, la cómplice y una más de tu club de perras es la jueza.
Querida Jessy, este país es un enfermo terminal y tú estás joven. Mientras todos los que te condenaron durante estos años envejecieron cocinados en sus propios jugos gástricos y en la salsa de su bilis, tú estás renaciendo. Aprovecha el ímpetu de tu juventud, los sueños que siguen intactos y la fuerza del carácter que forjaste en la adversidad y arma tus maletas.
Vete. Nada garantiza que el exilio voluntario sea un mar de rosas. Nada indica que el mundo afuera sea mejor. Quizás te encuentres con algunas injusticias, pero dudo que alguna iguale a esta.
En un país ávido de justicia tu condena era un bálsamo, así fuera una injusticia. Porque acá se equipara la justicia con la cárcel así ni siquiera se pueda comprobar un crimen. Soportar eso no es sano para ti. No es bueno ni conveniente. Tienes toda una vida por delante y más de cinco años por recuperar. Vive nuevas experiencias, escucha otros idiomas, conoce otras personas y abre la mente que acá te querían marchitar a punta de señalamientos injustos. Ve y practica tu francés en Francia y tu inglés en Inglaterra. Eres libre querida Jessy.
Sin embargo, si decides quedarte porque pude percibir tu obstinación en lo que crees que es correcto y justo, acá estaré. Esa amiga en común te podrá decir en dónde estoy y quizás nos tomemos otro café. De mi parte, no tendré dedos para señalarte. No tengo nada para señalar. Pero sí tendré brazos para abrazarte. De todas maneras, me alegraría saberte lejos. Quizás un día te visite allá, lejos de esta jauría de vengadores y justicieros que te quisieron encerrar.
Y recuerda siempre: Eres libre e inocente no porque lo haya dicho el fallo de un juez sino porque siempre lo has sido.
Cuídate mucho,
Andrés Felipe.
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Interesante carta. Se nota el
Se deberian ir los dos. Una
Se deberian ir los dos. Una
Quien escribió esta carta
No estoy de acuerdo con
El problema de Colombia es
"El peor error de los que
Totalmente de acuerdo,
Yesi si lees esto no te pido
totalmente de acuerdo con la
"Todos son abogados,jueces
En este país muchos son
Esperar la segunda instancia,
Si alguien deveria abandonar
Usted es abogada? Usted
No entiendo como usted trata
Cuando se dice que que fue
Estoy de acuerdo con tu
y usted si tuviera un hijo
Porfavor al menos revise su
Exactamente....la gente cree
Estas niñas no tienen ningún
totalmente de acuerdo de
Todos tienen derecho a creer
Si el se golpio contra una
Por mas lejos que huya, la
Primero que todo no creo que
No entendiste nada del
QUE LAMBON... Esto es lo más
Que injusto y doloroso debe
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