Lun, 12/02/2019 - 19:37

Tú y las piedras

La vida y el tiempo son piedras que golpean y huyen siempre; que no escuchan moral alguna, razón alguna, corazón alguno.

Las piedras no preguntan 
ni responden. No miran. 
Cuando se rompen
siguen siendo piedras.

No tienen sur. 
No tienen norte.
Hacen parte 
del alma del mundo.

Escucho ahora 
las piedras 
de mi infancia.
El viento tibio del alba 
las levanta
y las empuja al norte.

El intenso calor 
del medio día al sur
de la Avenida Cero.
Muchas se hunden 
en el río Pamplonita.

A muchas las tiramos 
hacia miles 
de alamedas.
Me golpean en la frente
y nada aprendo.
Mi eterna noche 
las olvida.

Tú y las piedras 
de Cúcuta 
son blancas 
en los vidrios, 
en espejos y en el río; 
grises en el alba; 
negras en la calle
cuando la "Loca" María 
derriba un pájaro;
verdes, azules y amarillas
cuando caen de un árbol 
y del cielo; rojas 
a la hora de la siesta.

Las piedras sirven 
para hacerle goles 
a los transeúntes, 
para alcanzar un mango
-Lo que más deseo 
de los árboles vecinos-.

Tú, las piedras 
y los mangos
sólo saben a sí mismos.

La vida es la mente 
de mi cuerpo
llamando piedra 
a la piedra,
vida a mi cuerpo 
y a la imaginación,
palabra a lo que 
se lleva el viento, 
sueño a lo que 
controlo menos,
razón a los sueños 
cuando estoy despierto,
alma a lo que 
ni yo mismo 
sé dónde está,
Dios a Dios, 
tiempo a lo extraño,
muerte a lo que 
no conozco...

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