Todos nos quedamos en casa, cumplíamos las normas, caíamos enfermos, algunos nos curábamos, otros se ingresaban. Mientras las listas de infectados no eran realistas, las de muertos sí. Jóvenes con demasiada carga viral, personas que desconocían que padecían una enfermedad crónica o grave, ancianos, muchos ancianos y no tan ancianos, simplemente mayores muriendo en las ucis y muriendo por no poder ser atendidos.
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