Dom, 01/31/2021 - 11:15
Imagen: PIRO4D en Pixabay

El futuro

Los cantos de los pájaros nos traen la realidad pegada a la tecnología que cambia las formas y las maneras de vivir. Nuevos usos a los medios de transporte, telecomunicación al instante, puertas que se abren solas y un futuro que creamos desde hoy con cada acción. Las inequidades, sin embargo, persisten.

Como todas las mañanas desde el principio del mundo el rocío refresca los pétalos de flor. Cae diáfano sobre las verdes hojas y es pura vida para millones de insectos, plantas y árboles. Las aves entonan sus cantos llegando el día, que despunta maravilloso con el sol saliendo por oriente. Lento, perezoso con sus rayos amarillos. Esto, donde no hay estaciones y el tiempo de invierno no se diferencia del otoño, el verano o la primavera.

En nuestras ciudades, es difícil notar esta sinfonía de la naturaleza y sus sonidos. Las flores abriéndose al nuevo día pasan desapercibidas, como el rocío y el canto de los pájaros. En su lugar se ven construcciones emergiendo del pavimento y al fondo, en el horizonte, un cielo azul, gris o blanco dependiendo del clima. En domingo de enero, por ejemplo, en Bogotá el cielo es inmensa y profundamente azul.

El transporte ha cambiado para las personas de mi generación y ni se diga para las de generaciones anteriores.

La bicicleta, por ejemplo, era un medio de diversión para los niños de los años 1970. Mientras en zonas rurales era considerada y usada como medio de transporte, en la ciudad se utilizaba para llevar y traer productos, en especial y el pan y sus insumos: bultos de harina, azúcar y otros. Las bicis tenían una especie de parrilla fabricada con tubos redondos adelante y atrás para llevar la carga. Allí se ubicaba la grande, redonda y no muy profunda canasta con pan para la distribución. Estas bicis llamadas panaderas eran de color negro y generalmente las conducía un hombre o un joven con delantal o prenda blanca.

Los niños, entre tanto, salían en grupos a montar en bici. Generalmente eran de la marca sueca Monark, en un modelo especial llamado Monareta, o las famosas BMX con freno coaster o contrapedal.

Las motocicletas de moda eran las motonetas, similares a las Scooter de hoy que en modelos para la ciudad eran usadas por hombres, inclusive con corbata. De corte italiano fueron famosas las de marca Lambretta. Luego llegaron motos de modelos deportivos en marcas japonesas como Kawasaki, Honda pensadas para otro grupo objetivo menos conservador y más audaz.

La promesa de las revistas Selecciones de la época era que en 2020 los carros serían voladores y solo en la sección La Risa, remedio infalible se daba apenas la posibilidad de que hubiera teléfonos portátiles. Era un chiste pensar en ellos, pues los aparatos siempre estaban pegados a un enchufe en la pared de las casas. Con un disco de orificios enumerados del cero al nueve se marcaban las combinaciones de los números telefónicos que en Bogotá eran de seis dígitos y de cuatro en municipios más pequeños. Después comenzaron a hacer furor los teléfonos inalámbricos.

La serie televisiva de ciencia ficción Cosmos 1999 que se desarrollaba en la base lunar Alfa, nos mostraba puertas que se abrían al paso de las personas, sistemas de comunicación por videoconferencia y vestidos con texturas especiales y diseños casi impersonales.

Hoy no tenemos bases en la luna, las puertas se abren y cierran al paso de la gente gracias a tecnologías con sensores como sucede en los centros comerciales y la videoconferencia es cotidiana, no en grandes pantallas sino en portátiles y computadores de escritorio que se ubican en cada hogar. La conferencia en video que se mostraba en pequeñas pantallas en blanco y negro a modo de circuito cerrado en la base lunar hoy es realidad en teléfonos celulares inteligentes, a color y en alta definición, con tecnología de Internet, no en circuitos cerrados sino desde y hacia cualquier parte del planeta.

La televisión hoy es portátil; sin embargo los viajes se siguen desarrollando gracias a la física y sus leyes. Para ir de un lado a otro o desde un origen hasta un destino es necesario tener en cuenta la masa, la velocidad, la aceleración y el tiempo.

Las inequidades sociales, económicas, educativas, en salud, por cuestiones de edad, condición y por accesibilidad a los medios de transporte aún se presentan en estos principios de siglo XXI.

No es claro hoy si la tecnología abre o cierra brechas o si su existencia y capacidad aumenta la equidad.

Por lo pronto, el rocío continúa cayendo sobre las plantas y las flores en las madrugadas, las aves cantan aún y el cielo inmensamente azul que compartimos nos augura un futuro como lo queramos construir. Está en nuestras manos.

Cada acción nuestra por la equidad y por el planeta, crea y transforma la realidad en esa vía.

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