Lun, 02/20/2017 - 07:07

Polarización, nuestra única verdad

"La corrupción se volvió algo tácito en nuestro país, es tan común que al pueblo no le sorprenden las noticias de esta clase"

Todas las mañanas los colombianos nos despertamos con una única verdad! y es que estamos en un país polarizado por dos bandos bastantes claros; los primeros, qué representan a una gran porción de la nación, seguidores ciegos de un ex–gobernante casi sagrado para sus lacayos, con capacidad de mantener su equilibrio en situaciones extremas incluso montando a caballo y tomándose un  tinto; pero cuando las instituciones gubernamentales de control descubren alguna acción corrupta de su mandato y es señalado; pierde el equilibrio y lo más sensato que se le ocurre es salir por redes sociales y ruedas de prensa a acusar al actual gobierno de actos no muy santos.

Y los segundos que representan a la otro gran porción de la población qué odia, o por lo menos no le cree ni una sola palabra al anterior ex–gobernante pero tampoco está con el actual gobernante, así haya logrado un acuerdo de paz con el mayor grupo insurgente de Colombia y esté en negociones con el último grupo guerrillero que azota al país con sus acciones y aunque a nivel internacional lo hayan premiado con un premio nobel de paz y reconozcan sus esfuerzos, acá en Colombia no ha logrado la simpatía del pueblo más por sus actos que afectan a las clases trabajadoras que las hace cada día más pobres y a los ricos industriales más ricos. Y sobre esta base los ciudadanos esperan que el tiempo pase lo más rápido posible para las próximas elecciones y así que se gane el “honorable” titulo de ex–presidente.

Estos dos bandos todos los días se acusan de forma directa e indirecta de los escándalos de corrupción qué casi a diario los medios de comunicación (siendo estos muy parcializados) destapan. Y estos actores de la comedia nacional se lanzan torrentes de agua sucia e infectada incriminándose mutuamente y es ahí cuando los dos bandos nacionales se polarizan; el primer grupo imputa al gobernante de turno de falso, corrupto, vende patria, desleal con su mentor porque no protegió sus huevitos de la democracia y esta llevando al país a la era del “Castro–Chavismo” que de antemano nadie puede dar una explicación clara sobre este concepto.

Y los segundos sacan una lista de todos los pecados cometidos por la antigua administración y de todos sus súbditos condenados con alguna investigación en curso, prófugos de la justicia o de barbaries muchísimo peores.

La corrupción se volvió algo tácito en nuestro país, es tan común que al pueblo no le sorprenden las noticias de esta clase; es tan común, ver que los implicados en estos sonados casos se vuelvan víctimas de sus actos y busquen la redención del pueblo y de las autoridades, o que evadan sus responsabilidades y crean que son perseguidos políticos cuando en realidad son solo fugitivos de la ley.

Nosotros como pueblo no podemos solo señalar al actual gobierno de todos estos males, también deberíamos mirar al anterior gobierno… Al anterior… Al anterior… Al anterior y así sucesivamente porque todos han tenido esta clase de actos vandálicos contra el pueblo y nosotros como pueblo seguimos en un letargo; como un sueño criogénico sacado de la ciencia ficción y desde ya deberíamos ser consientes que esta clase de polarización mutará en un futuro próximo y los siguientes seguirán en el juego de hacernos creer que uno es mejor que el otro y así por el resto de los tiempos.

Esa es nuestra única verdad, esa es la verdad con la que despertamos cada mañana, somos un país polarizado por dos personajes de está comedia nacional que llevan casi 16 años haciéndonos creer que uno es mejor que el otro y que si no seguimos sus designios vamos a caer en una etapa de total oscuridad, peor que un infierno descrito por Dante en la divina comedia.

No seria más fácil, pensar que ellos y sus subalternos en vez de ser nuestros monarcas, príncipes y delfines, son nuestros empleados porque nosotros los elegimos a cada uno de ellos con nuestro voto y con ese solo hecho deben responder al país y al pueblo por la confianza recibida y no con polarizaciones, ni con la mezquindad que siempre los ha caracterizado y mucho menos con más miseria a las clases menos favorecidas, si no con actos que beneficien a todos los ciudadanos  de manera equitativa para así lograr, como dicen los acuerdos de la Habana “Una paz estable y duradera”

Pero al final, estos actores de la gran comedia nacional; son solo eso actores que pasarán a la historia como arlequines de un pueblo que no ha sabido hacer valer sus derechos como unidad y en vez de reír nosotros, como un país unido por un ideal en común, se ríen de nosotros.

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